Las greguerias de González Pons

Es una pena el cómico que ha perdido España. El vicesecretario de Comunicación del PP, Esteban González Pons, ha vuelto a arengar a las tropas y lo ha hecho ahora en pleno corazón del Caso Gürtel, en Valencia. El líder conservador en el fragor del mítin político en su tierra ha tocado arrebato y ha llamado en España a la rebelión social a imitación de lo que ha sucedido en Túnez y Egipto, suponemos  que contra el Gobierno del “dictador” Zapatero y sus huestes.

Este prohombre de rancio abolengo, ha asegurado el pasado sábado en Valencia (que es la tierra de las flores de la luz y del amor) que la caída del presidente de Egipto, Hosni Mubarak, ha servido para demostrar a los españoles, “hartos del paro, de la crisis económica, de la crisis de valores, social y política y de la depresión institucional”, que el pueblo “cuando quiere, puede”. “Y el pueblo español, quiere”, ha asegurado y se ha quedado tan pancho el personaje.

Pero como por la boca muere el pez habría que preguntarle al señor G. Pons si está con los moros o con los cristianos, porque no hace mucho volvía a arengar a las tropas para derrotar al infiel al asegurar que él se pondría a la cabeza de las huestes que derrotaron a los moros en la batalla de Las Navas de Tolosa.

Decía nuestro ínclito personaje en su blog de marras que “si a mí me hubiera tocado vivir en 1212, no habría mirado la batalla desde la grada. Junto a los tres reyes, formando parte de sus séquitos de caballeros o de las milicias concejiles o de las órdenes, habría cargado contra los innumerables guerreros del desierto y el parapeto de cadenas y diez mil esclavos del califa. Y quizá habría dado allí la vida o tal vez un año después junto a Pedro II y otros paladines en el combate de Muret. Habría sido un español de mi tiempo, tan honesto y entregado como procuro serlo del presente”. En un artículo que publicamos aquí en "Gacetilla" el pasado mes de octubre que González Pons hubiera dado la vida al pelear contra las huestes almohades de Muhammad An-Nasir, (más conocido entre los guerreros castellanos como Miramamolin), en defensa de España.

Aclárese señor Pons, si usted se hubiera puesto a la cabeza de las huestes de Pedro II a matar “moros” no habría quedado ningún “moro” para derrocar a Mubarak ni a Ben Alí.

Convendría  traer aquí el chiste que se contaba cuando la guerra que Bush hijo, Blair y Aznar emprendieron contra otro país árabe, Irak, tras su ya famosa reunión de Las Azores (Portugal).

Cuentan que estaban hablando Bush, hijo, y Blair en una recepción de la ONU días antes de decidir la invasión de Irak, cuando se acerca el ruso Putin y les pregunta que de qué están hablando.

Le responde Bush, hijo,: “De invadir Irak con nuestros aviones, lanzar bombas y aniquilar a 500.000 árabes y un dentista y acabar la guerra rápido”.

Y entonces pregunta Putin: “¿Y el dentista, por qué?”

Se gira Bush y le dice a Blair: “Ves, te dije que si le decía lo del dentista no preguntaría por los 500.000 árabes”.

Aquí el dentista es González Pons.